jueves, 22 de marzo de 2012

YOGUI ALLEN


Es curioso que se elija al estadounidense oso Yogui como imagen principal de la campaña publicitaria para uno de los pocos lugares de la Europa Occidental donde aún hay osos. No sé si los niños de ahora conocen las andaduras de este plantígrado dibujo animado de la factoría Hanna-Barbera que a mí siempre me pareció un poco soso. Era habitante del Parque Nacional de Yellowstone, la primera reserva natural del mundo, una idea (la de mantener una porción de terreno a salvo del gran predador humano) que sin duda era poco agradable para cazadores como Hemingway o John Huston -aunque siempre estaba disponible África para pegarle unos tiros al elefante de turno-. No se imaginan lo bien que queda y el gustazo que da posar los pies en una piel de oso al levantarse de la cama, supongo; que se lo diga uno de esos altos cargos gubernamentales o estatales que gustan de la montería.
        Pero volvamos a la idea primordial: qué símbolos queremos que representen a Asturias ante el mundo. Yo soy devoto de Woody Allen, por eso disfruto de sus películas siempre, sean mejores o peores que las anteriores; conozco su sentido del humor, su capacidad para reflejar lo más íntimo y personal o escrutar en la sociedad variopinta que rodea a la clase media, plantear cinematográficamente dilemas filosóficos o referencias a los clásicos grecolatinos de eterna validez, buscavidas entre nuevos ricos y todo lo demás. Pero para un gran público Woody Allen no es ese director genial sino el actor que aparece en las películas: un tipo que casi siempre está dudando de todo, empezando por sí mismo, y desde luego no tiene claro lo que le conviene. ¿Ustedes creen que las preferencias vitales de ese personaje serían dignas de confianza? Afortunadamente eso no es relevante, porque no se trata de convertirnos en otra Pamplona llena de guiris borrachos o un Benidorm más de lo mismo, lo que importa es el público culto, ese que naturalmente conoce la grandeza de Woody, lee a Kierkegaard cada noche y está dispuesto a venir aquí con perres abondo, siguiendo los pasos de Yogui y el inquietante Bubu.

Publicado en El Comercio

1 comentario:

manuelprendes dijo...

Lo que mejor recuerdo de Yogui era su argumento para librarse de los malos tratos: "¡Cuidado! ¡Soy propiedad del Gobierno!". En cuanto a Woody Allen, que sea el único PPdeA a quien se haya erigido un monumento en Oviedo dice muy poco de... de quien haya encargado la estatua. No por el que está, sino por los que faltan. Claro que poca gente (del gran público, como dices) se acuerda de otros premios Príncipe, como no sea el de Fernando Alonso.
(Frase genial de Ned Flanders: "A mí me gustan mucho las películas de Woody Allen, menos por ese tipejín que sale siempre").