miércoles, 21 de noviembre de 2012

RACIONAL RAZONABLE


Hay una diferencia grande entre los términos racional y razonable, y en esta ocasión no puedo acudir al diccionario para resolver la duda. Para los que consideramos la adjetivación un ornamento innecesario del relato, los calificativos son un obsesivo objeto de estudio. Tal vez por eso llevo años dando explicaciones sobre esta diferencia que cada vez, con la edad, es más acentuada.
            Pondré un ejemplo muy cercano. Mi padre es un hombre racional, pero poco razonable. Su forma de interpretar el mundo es perfectamente lógica, y los principios que utiliza para esa lógica son cumplidamente válidos en nuestra sociedad. El más indignante parroquiano diría de él que su sentido común es un ejemplo de sensatez. Tiene una larga experiencia vital y su juicio suele ser certero. De acuerdo, digamos que raramente se equivoca. Ahora bien, pónganse ustedes a cambiar de opinión a mi padre. Ya pueden sentarse y esperar a que las ranas tengan pelo, tupé y botas camperas.
Hay dos principios fundamentales para ser razonable: nadie es infalible y todo puede cambiar. Por mucho que afirme el saber popular que no hay nada nuevo bajo el sol, vivimos en un universo cambiante, un sistema en movimiento que puede combinar de múltiples maneras todos los elementos conocidos y los que surgen cada día.
Afirma Fernado Savater que “es preciso no confundir lo racional con lo razonable. Lo racional busca conocer las cosas para saber cómo podemos arreglárnoslas mejor con ellas, mientras que lo razonable intenta comunicarse con los sujetos para arbitrar junto con ellos el mejor modo de convivir humanamente.”
Ser razonable es dar lugar al diálogo, a otras opciones, a lo que pueda presentarse como una posibilidad distinta y válida para cambiar nuestra idea inicial. El llamado sentido común es un extraño pez que debemos saber deslizar entre las manos para observar su movimiento, devolverlo al agua con vida y atraparlo otra vez cuando sea necesario. Ser capaces de cambiar de opinión a través del razonamiento dialogado no es un error personal, es una demostración de inteligencia interactiva.

Publicado en El Comercio

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