jueves, 17 de mayo de 2012

SUCIEDAD Y CULPA


Aprovechemos que la educación infantil aún sigue siendo pública para algo más que poder ir a trabajar y seguir consumiendo. La educación de niños tan pequeños, aparte de ser extremadamente compleja y trabajosa, también da para curiosas anécdotas.
Un vocinglero infante de 3 años entró en el aula gritando: alguien ha hecho caca en el baño. Esto no debería ser noticia, pero cuando el pequeño señala atrás y exige atención es que algo va mal. La maestra deja a sus pequeños descubriendo el color rojo con sus botes de pintura de dedos y el folio en blanco que tienen enfrente. La mecánica ha quedado clara: dedo-bote-folio.
En el baño hay un niño con cara enfadada y actitud de culpa. El baño tiene cuatro pequeñas tazas de váter a un lado y cuatro urinarios de pie enfrente. Una ojeada del niño culpable bajo las cejas enfurecidas conduce a la maestra al sitio adecuado: un excremento de gran tamaño reposa sobre el segundo urinario.
Pero ¿por qué has hecho eso?, pregunta la maestra.
El niño señala las tazas de váter y dice: mi mamá me dijo que eso era para las niñas y esos para los niños ¡y yo soy un niño!
La maestra explica al niño en qué momentos se debe usar el urinario o la taza, pero antes de acabar su explicación oye alarmada un gran jaleo en la clase. Cuando vuelve descubre que la mecánica no ha funcionado y la pintura de dedos roja está tiñendo las cabezas de niños y niñas de toda condición mientras gritan ¡yo soy español, español, español!
Antes de hacer lo posible por solucionar la situación la maestra recuerda aquella frase de Herman Melville: existen empresas en las cuales el verdadero método lo constituyen un cierto y cuidadoso desorden. Aquí te quisiera ver yo, capitán Ahab, dice mientras cuenta hasta tres.
Ahora bien, pongámonos alegóricos. ¿Es culpable el niño, equilibrista de puntillas? ¿Su madre, por no explicarse con claridad? ¿La maestra, por no definir la función de los recursos? ¿Quien haya decidido instalar tazas y urinarios?
No hay culpables certeros, pero sí algo indudable: alguien tiene que limpiar la caca para que todo siga funcionando.

 Publicado en El Comercio

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