viernes, 31 de agosto de 2012

OJOS CÓMPLICES


Vamos a lanzar la bomba porque somos muy terroristas y además no estamos en montañas lejanas ni en desiertos remotos, estamos dentro del bar de la esquina y fumando, somos iconoclastas ácratas nihilistas, queremos la República, software libre y matar al presidente, quemar pozos petrolíferos, encargar muebles a un ebanista y no armarlos en casa con una llave Allen... Todo lo que se le ocurra que pueda ir contra el sistema.
            ¿Ha leído hasta aquí? Pues ya puede empezar a preocuparse, lector o lectora, porque es partícipe de una conspiración. Así como se lo cuento. Valore este diario que tiene en sus manos porque usted ha sido cómplice y compañero de su lectura. En cuanto uno escribe matar al presidente, terrorismo, bomba y cosas así, la Agencia Nacional de Seguridad de los USA controla los mensajes, allí y aquí. Si usted está leyendo esto más vale que mire a su espalda a ver si un agente del FBI le está haciendo una fotografía mientras... lo que sea que esté haciendo.
            En este barrio también tenemos un gran hermano vigilante con su ojo que todo lo ve, aunque entre las palabras clave ya se han añadido esas expresiones típicas de los delincuentes más peligrosos: ¿cómo va lo mío?, ¿hacemos un arreglo?.
            Mentira, dirá usted, bobadas, inventos de las películas. Esa pesadilla imaginada por George Orwell para 1984 es pura ciencia ficción.
            Vean el siguiente testimonio y extraigan sus conclusiones.
            Durante mi primera visita a Nueva York entré en los USA como todo el mundo: semidesnudo, descalzo y muerto de frío mientras pasaba por el detector de metales. Me pareció tentador comenzar y acabar mis conversaciones telefónicas diciendo “voy a poner una bomba y voy a matar al presidente”, quería comprobar qué había de cierto en el mito. Nunca pasó nada. A  la vuelta simplemente me metieron en una habitación donde había un par de hombres con traje y una señora policía, me hicieron un montón de preguntas disparatadas, me quitaron de la maleta los botellines de la salsa Paul Newman para tortitas y me mandaron al avión. Al menos no tuve que descalzarme ni desvestirme.   

Publicado en El Comercio

No hay comentarios: