lunes, 13 de mayo de 2013

HOMBRE DEL TIEMPO



¿De qué habla en el ascensor el hombre del tiempo? ¿Se sentirá obligado a decir algo para evadir responsabilidades? ¿Será capaz de guardar silencio a la espera de compañeros de viaje comprensibles? Pobre meteorólogo famoso en el ascensor, cualquier televisivo personaje en ropa interior estaría  más a salvo. Imaginen la tensión del silencio, la mirada inquieta de esa señora que –no lo puede evitar– acabará haciendo referencia a la situación atmosférica (vaya cómo está el tiempo, a este paso juntamos invierno con verano, etc), quién sabe si de forma consciente o por puro candor, pondrá en tela de juicio sus responsabilidades, su capacidad de predicción, oh entrañable señor del tiempo, siempre a merced de los vientos. No se ofenda, no tiemble, no odie a los compañeros de ascensor. En la educación mundana del niño se daba a entender que el silencio excesivo era indecoroso, lo más sensato es rellenar los vacíos con lugares comunes. William Faulkner hizo una pequeña reflexión al respecto en su relato Ninfolepsia: El hombre puede falsificarlo todo salvo el silencio. Y en aquel silencio encontró el miedo.
          No recuerdo quién dijo que el silencio podía pasar cómodamente entre dos amigos –piensa el hombre del tiempo–, pero no me importaría que siguiera pasando igualmente entre desconocidos. El problema es que esa forma de relacionarnos con otras personas que llaman naturalidad no es algo propio de todos los seres humanos. ¿Qué pasa con los que estamos cómodos en silencio? No tengo por qué odiar a esta compañera de ascensión, no quiero despreciar su discurso, ni temer sus agravios intencionados o accidentales. En esta vida nuestra en sociedad se exige el intercambio de información para ser correcto, una demostración de interés adecuado, en su punto, no dar con la medida justa supone caer en la indiscreción o el desprecio.
            Tal vez el hombre del tiempo no diga nada –lo que podrán interpretar como un rasgo de vanidad–, o responda de forma desmesurada –convirtiéndose en un desequilibrado más–, o simplemente busque la frase hecha que sirva para el caso. Carraspea, pulsa el botón.

Publicado en El Comercio

No hay comentarios: