sábado, 4 de mayo de 2013

PICARESCO PARANGÓN



Un cerebro adiestrado siempre acabará imponiéndose a un intelecto formidable. Este es un principio policial que seguramente aparecerá redactado de otra manera en los manuales. Porque la gran preocupación de las fuerzas del orden no son esos criminales de inteligencia superdotada que salen en las películas, son personas
que conocen bien el sistema legal, sus recovecos y rincones de sombra. Por ejemplo: nosotros.
            Como buenos españoles actuales bregados en la batalla del disfrute del estado del bienestar, si tenemos oportunidad de no pagar impuestos lo hacemos, véase el diálogo de evasión habitual a la hora de pagar una reparación: mejor para ti que me haces un servicio y para mi que pago un poco menos. En otros países –esos a los que hace unos años queríamos parecernos– ese tipo de gestión no se contempla. Más aún, no pagar los impuestos correspondientes, aparte de ser un delito aquí y allí, se consideraría chocante, fuera de lugar, inexplicable el hecho de que pretendas no aportar al estado lo que corresponde, puesto que es una aportación que repercutirá en todos; como si pretendieras tener que esperar para una operación o que tus hijos no fueran bien atendidos en el colegio.
            Otro singular dato sobre nuestras costumbres: escaquearse en el trabajo se considera un triunfo personal, un éxito (léase esto como generalidad; es bien sabido que hay gente seria, pero el principio inactivo vale para muchos). Siguiendo el mismo principio, nuestro porcentaje de bajas es incomparable con el de estos lugares donde resulta vergonzosa una actitud que no aspire al mejor rendimiento en el trabajo. Recuerdo aquella empresa islandesa en la que trabajaba una amiga mía, llegó un momento en que les pareció extraño que tanta gente coincidiera enferma sábados, domingos y lunes. Cuando comprendieron la razón no fueron capaces de atajar el problema, acabaron yéndose de España.
            Esa es la idiosincrasia española, seremos pícaros hasta hundirnos. Eso sí, lo dirán todos los que vienen aquí de visita, para tomar unos vinos de buena calidad y comer unas tapas no tenemos parangón.



Publicado en  El Comercio

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