miércoles, 6 de febrero de 2013

PRESUPUESTO ILIMITADO


Cuando a uno le ofrecen ser productor de cine con cargos ilimitados solo depende de su gestión que lo que aparezca en la pantalla sea digno de ver. Por supuesto, es necesaria la presencia de una estrella.
      Bernard Herrmann se haría cargo de la banda sonora.
     Un grupo de trabajadores afortunados tienen unos minutos de liberación y pueden ir a tomar un café. El planteamiento no es nada nuevo (Jim Jarmusch lo llevó al extremo con su Coffe and cigarettes), pero contamos con Billy Wilder y Pedro Almodóvar como guionistas.
      Alfred Hitchcock saldría del supermercado levantando el sombrero mientras empuja el carrito de un niño que chupa un polo de limón.
    La cafetería está ocupada por los cineastas pero actuamos como si no estuviesen (me he reservado un papel secundario). Un equipo de filmación fuera y dos dentro, uno pegado al ventanal y otro a la entrada del baño. Woody Allen y Clint Eastwood ocupan sus sillas de directores pegados a la barra. Miramos a Woody y seguimos su mano dando paso. Clint no necesita más que arrugar una ceja para confiar en su equipo.
      A partir de ahí todo es como siempre. Una conversación de compañeros de trabajo que pueden hablar de lo profesional, lo familiar, lo universal, lo más cercano o la ciencia ficción.
      Nos vamos.
      Me retraso para comprobar el trabajo del cámara que sigue a la estrella en lo que deberá ser el más grande fundido a negro. Agradezco su cameo a Orson, Marlon y Marilyn. Hablo con los directores. Lo tienen todo. Quieren que les acompañe para visualizar lo grabado. Woody está fascinado y pide más, otras escenas, otras películas. El año que viene, digo como productor puedelotodo. Perfecto, dice colocándose las gafas. Se te ha ido la estrella, dice Clint sonriente (en serio, no es una mueca), no la pierdas de vista.
     Corro de regreso, hecho un Carl Lewis -¿por qué esto va a ser más sobrenatural que todo lo demás?-, mientras pienso en películas futuras. Dejo a Woody y Clint discutiendo sobre el montaje mientras toman unas cervezas. Hay que tener mucho respeto por el trabajo para dejar de lado esa oportunidad. 

Publicado en El Comercio

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