¿Te acuerdas de la Berenguela?, pregunta este viejo amigo. El vago recuerdo de una reina medieval y una película donde Ricardo Corazón de León era representado por una espada no puede ser. Desde otro compartimento de la memoria llega la imagen poco definida de una chica del instituto, no puedo concretar más, ¿un jersey de lana de colores? ¿Y de dónde saldría ese mote? Empiezan a agolparse recuerdos de forma incontrolada cuando el otro continúa.
Pues la vi el otro día. Estaba de noche por ahí con otros dos Rodríguez cuando llega una chica impresionante y empieza a hablar conmigo, me sonaba su cara y no sabía de qué, ni siquiera la reconocí cuando me dijo su nombre, pero acabamos hablando de aquellos años, un par de anécdotas, y la recordé. Quién iba a decir que aquella mosquita muerta iba a tener ese aspecto ahora. Ya te digo, impresionante.
Estoy por decirle a este tipo que tiene la misma capacidad de adjetivación que esa escritora de best séllers pero sigue.
Era como el cuento del patito feo. Lo mismo. Lo que pasa es que las mujeres lo tienen fácil: se hacen otro peinado, se pintan un poco, cambian la ropa y no hay quien las reconozca.
Miro a este viejo compañero de estudios, que pesa ahora 30 kilos más y tiene la cabeza afeitada para disimular su calvicie, y tengo que darle la razón.
También tú, si te hicieras un injerto de pelo a lo berlusconi, pero teñido de rubio, y perdieras un par de kilos, nadie te reconocería por la calle. Le digo dándole unas palmaditas en la espalda partido de risa.
Él también dice que se descojona mientras me mira con los ojos inyectados en sangre y no puedo evitar pensar en Andersen, y sus supuestos cuentos para niños. Algunos de ellos, vistos desde el punto de vista adulto, reflejan personalidades atormentadas, oscuras, crueles a veces, más cercanas al universo de Poe que a los hermanos Grimm. El soldadito de plomo, La vendedora de fósforos, y por supuesto, La sombra... El cisne Andersen nunca olvidó sus tiempos de pato.
Pero a ustedes tal vez les interese más qué pasó con el rodríguez y la impresionante...
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