Hay una diferencia grande
entre los términos racional y razonable, y en esta ocasión no puedo acudir al
diccionario para resolver la duda. Para los que consideramos la adjetivación un
ornamento innecesario del relato, los calificativos son un obsesivo objeto de
estudio. Tal vez por eso llevo años dando explicaciones sobre esta diferencia
que cada vez, con la edad, es más acentuada.
Pondré un ejemplo muy cercano. Mi padre es un hombre
racional, pero poco razonable. Su forma de interpretar el mundo es
perfectamente lógica, y los principios que utiliza para esa lógica son
cumplidamente válidos en nuestra sociedad. El más indignante parroquiano diría
de él que su sentido común es un ejemplo de sensatez. Tiene una larga
experiencia vital y su juicio suele ser certero. De acuerdo, digamos que
raramente se equivoca. Ahora bien, pónganse ustedes a cambiar de opinión a mi
padre. Ya pueden sentarse y esperar a que las ranas tengan pelo, tupé y botas
camperas.
Hay dos
principios fundamentales para ser razonable: nadie es infalible y todo puede
cambiar. Por mucho que afirme el saber popular que no hay nada nuevo bajo el
sol, vivimos en un universo cambiante, un sistema en movimiento que puede
combinar de múltiples maneras todos los elementos conocidos y los que surgen
cada día.
Afirma
Fernado Savater que “es preciso no confundir lo
racional con lo razonable. Lo racional busca conocer las cosas para saber cómo
podemos arreglárnoslas mejor con ellas, mientras que lo razonable intenta
comunicarse con los sujetos para arbitrar junto con ellos el mejor modo de
convivir humanamente.”
Ser
razonable es dar lugar al diálogo, a otras opciones, a lo que pueda presentarse
como una posibilidad distinta y válida para cambiar nuestra idea inicial. El
llamado sentido común es un extraño pez que debemos saber deslizar entre las
manos para observar su movimiento, devolverlo al agua con vida y atraparlo otra
vez cuando sea necesario. Ser capaces de cambiar de opinión a través del
razonamiento dialogado no es un error personal, es una demostración de
inteligencia interactiva.
Publicado en El Comercio
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