El
club de los 27 es muy desigual. El legado de Hendrix y Morrison es
glorioso, Kobain es el tercer rey mago en esa magistratura, el resto
puede pasar a la historia de la música con cierta dignidad creativa
o como buenos intérpretes, pero no tiene nada que ver. Si las
discográficas se mueven, algo absurdo hoy en día puesto que esa
labor la hará internet, Amy Winehouse puede llegar a tener el mismo
calado que Janis Joplin.
Keith Richards, fundador y
compositor fundamental de los Rolling Stones, uno de los guitarristas
más legendarios, tremendo vividor, enfrentado a la ley por posesión
y consumo de drogas en varias ocasiones, obligó a su grupo a
suspender la gira porque trepando a una palmera de las que pueblan su
propia isla se cayó y se partió una cadera.
Lección rock: sé creativo y
capaz hasta el punto de tener tu propia isla (no esa que imaginamos,
y con mayor facilidad si recurrimos a los paraísos artificiales que
comentaba Baudelaire; no, señor, una isla de verdad, con sus poderes
notariales y posibilidades de construir). Sí, sí, yo soy muy
estrella de rock porque cuando subo al escenario todos me admiran y
tal, no veas las fiestorras a saco que nos montamos. Bueno, vale,
cuando tengas una isla me creeré que eres el amo, mientras tanto
aprende del maestro.
Lección numero dos: ¿a quién
admira Keith Richards? Uno de sus admirados y miembro también del
club de los 27 es el bluesman Robert Johnson, aquel que emulando a
Fausto vendió su alma al diablo para convertirse en maestro de la
guitarra. Jimi Hendrix también le admiraba, como Eric Clapton o Neil
Young (arriesgados pero vivos).
Lección número 3: ¿quién
admira a Keith Richards? Cualquiera que siguiera el camino del
exceso. Keith Richards no se queda a la zaga de ninguno, pero está
ahí. Tal vez no guste su estilo o su cara, pero es una leyenda viva
que sigue haciendo lo que quiere (o lo que puede su cuerpo, que ya es
un hombre de edad avanzada).
Aunque, claro está, genios
musicales hay muy pocos, ¿alguno de ellos está dispuesto a recibir
lecciones?
Esta sirve para todos: solo
tenemos el camino de ida.
Publicado en El Comercio
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