miércoles, 20 de febrero de 2013

MOSCA LOCA

¿Qué puedes hacer cuando tienes a un desequilibrado mental en tu entorno cercano? Sí, claro, ustedes están imaginando a alguien que hace cosas raras por la calle, peso ese barbudo que lleva un bañador femenino bajo la gabardina por toda impedimenta mientras camina sonriente, o el que habla solo ante alguien que merece todo tipo de improperios , no les llama tanto la atención hasta que se lanza sobre el capó del coche o se mete debajo de su mesa en la terraza de verano. Entonces sí que tienen que prestar toda su atención a esa anécdota con piernas en su mundano divagar. El paseo o el vermú se transforman en algo insólito y complicado.
Claro, ya habrán empezado a sospechar de lo más cercano. Muchos de ustedes saben que comparten trabajo con personas de dudosa condición: ese exceso de conversación, esos silencios sin sentido, esa necesidad de contacto visual, esas exigencias de lo absurdo, esas faltas inexplicables de alguien que creció mal. ¿A que han sentido alguna vez la necesidad de que llegara una ambulancia como las de las películas, con un par de enfermeros fornidos vestidos de blanco para ponerle la camisa de fuerza a esa persona enajenada?
Seamos comprensivos, todos somos humanos, tal vez sea cosa del estrés. Por eso ha empezado a dar gritos en la cocina cuando su taza de desayuno estaba sucia. Por eso utiliza el trabajo como terapia ocupacional. Por eso mantiene conversaciones a solas en el baño mientras se afeita. Por eso todo está en desorden menos ella o él. Y, por supuesto, ¿por qué me miráis así, es que he dicho algo raro?
El problema puede ser histórico, como cuando un psicópata llega al poder (Hitler, Stalin...), o un megalómano (Gil, Silvio, Lorenzo...), o cualquier otro que no haya recibido adjetivo de los medios pero aún no ha sido diagnosticado ni tratado.
Vigilen, ciudadanos, intenten distinguir y háganse cargo, acudan al sentido común y los textos sagrados: La Celestina y El llano en llamas. Yo seguiré afeitándome en silencio (salvo cuando en la radio suene una canción que merezca mis barítonas notas) .

Publicado en El Comercio

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