¿Qué
puedes hacer cuando tienes a un desequilibrado mental en tu entorno
cercano? Sí, claro, ustedes están
imaginando a alguien que hace cosas raras por la calle, peso ese
barbudo que lleva un bañador femenino bajo la gabardina por toda
impedimenta mientras camina sonriente, o el que habla solo ante
alguien que merece todo tipo de improperios , no les llama tanto la
atención hasta que se lanza sobre el capó del coche o se mete
debajo de su mesa en la terraza de verano. Entonces sí que tienen
que prestar toda su atención a esa anécdota con piernas en su
mundano divagar. El paseo o el vermú se transforman en algo insólito
y complicado.
Claro, ya habrán empezado a
sospechar de lo más cercano. Muchos de ustedes saben que comparten
trabajo con personas de dudosa condición: ese exceso de
conversación, esos silencios sin sentido, esa necesidad de contacto
visual, esas exigencias de lo absurdo, esas faltas inexplicables de
alguien que creció mal. ¿A que han sentido alguna vez la necesidad
de que llegara una ambulancia como las de las películas, con un par
de enfermeros fornidos vestidos de blanco para ponerle la camisa de
fuerza a esa persona enajenada?
Seamos comprensivos, todos somos
humanos, tal vez sea cosa del estrés. Por eso ha empezado a dar
gritos en la cocina cuando su taza de desayuno estaba sucia. Por eso
utiliza el trabajo como terapia ocupacional. Por eso mantiene
conversaciones a solas en el baño mientras se afeita. Por eso todo
está en desorden menos ella o él. Y, por supuesto, ¿por qué me
miráis así, es que he dicho algo raro?
El problema puede ser histórico,
como cuando un psicópata llega al poder (Hitler, Stalin...), o un
megalómano (Gil, Silvio, Lorenzo...), o cualquier otro que no haya
recibido adjetivo de los medios pero aún no ha sido diagnosticado ni
tratado.
Vigilen, ciudadanos, intenten
distinguir y háganse cargo, acudan al sentido común y los textos
sagrados: La Celestina
y El llano en llamas.
Yo seguiré afeitándome en silencio (salvo cuando en la radio suene
una canción que merezca mis barítonas notas) .
Publicado en El Comercio
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