miércoles, 8 de mayo de 2013

COMIENDO Y APRENDIENDO

En una de esas reuniones de viejos amigos, en las que es difícil intercambiar más de dos frases antes de tener que llamar al orden a alguno de los niños que se han multiplicado con los años, planteaba su caso una amiga desesperada que había estado haciendo un trabajo agotador durante meses, dejándose crecer las ojeras mientras le robaba horas al sueño, para encontrarse al final, justo en el momento adecuado, con que uno de sus compañeros explicaba a los jefes los triunfos conseguidos y se llevaba las medallas.
            Lo bueno de juntarse tantas personas es que siempre hay quien está dispuesto a dar réplica o consejo a quien lo necesite. Lo difícil es que esa persona te toque al lado, porque al final uno acaba hablando con los dos o tres comensales más cercanos y no hay oportunidad de trabar conversación con ese viejo camarada al que hace años que no ves en persona.
            Conmigo tuvo mala suerte, odio dar consejos; su novio, sin embargo, parecía muy dispuesto a intervenir. Empezó más o menos así:
            Ya decía José de San Martín que la conciencia puede ser el mejor juez que tenga un hombre de bien, pero la conciencia es contradictoria y el bien, interpretable; por eso hacen falta la
condena, el castigo, la colonia penitenciaria y todo el kafkiano sistema...
            Con consejeros cercanos de esa calaña era fácil entender la desesperación de nuestra vieja amiga. Por suerte, una mujer práctica estaba lo suficientemente cerca para dar otra opinión.
            Mira chica, hay dos maneras de ascender, dos perfiles de trabajador con posibles: los currantes y los figurantes. Los currantes trabajan más que nadie, dejan a los demás a la altura del betún y esperan el reconocimiento merecido, no tienen por qué ser especialmente brillantes, el tesón es su mejor arma. Los figurantes esperan el trabajo de los demás para presentarlo como propio, tienen desarrollada la capacidad para aprovechar cualquier ocasión en su favor, y mejor aún si ponen en falta a los demás. Espera otra oportunidad y asegúrate del grupo en el que estás, tú y los que están a tu alrededor.
            Comiendo y aprendiendo, oiga.

Publicado en El Comercio

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