Todo
empezó cuando alguien comentó el extraño caso de esa mujer en
Texas que se hizo una operación para convertir la carne sobrante de
sus muslos en verdaderas “cartucheras”, fundas en su propio
cuerpo para poder introducir un par de pistolas. De la complejidad
que pudo suponer esa operación para abrir la piel y cicatrizar carne
viva como forro, la conversación pasó a la cercanía del arma al
cuerpo como sensación de poder palpable, o no. Coincides un día
con unos literatos tomando vinos y acabas así, o peor.
Por
si no lo sabíais, dijo la novelista, eso es una cuestión evolutiva:
las mujeres acumulamos grasa en las zonas del cuerpo que protegerían
a nuestros posibles bebés y los hombre hacen su reserva de energía
en la panza, porque de esa manera podían correr sin impedimentos,
seguir siendo válidos para la caza.
Hay
que ver lo que aprende uno a la hora del vermú.
Por
esa misma línea de pensamiento podemos concluir que la literatura es
cosa de hombres, dijo el puritito macho ensayista dándole un tiento
al coñac para empezar la batalla. No me miren así, señoras, es una
evolución lógica.
Oye,
Darwin, explícate ahora mismo si no quieres que hagamos contigo una
selección natural.
El
polemista no pudo evitar cruzar las piernas ante la amenaza, pero aún
así continuó con su planteamiento.
Escribimos
para rellenar vacíos. La literatura es una extensión de nuestros
pensamientos que pretende llenar todas las cavidades, dar forma con
palabras a lo posible, lo vivido y lo inconcebible, rellenar una
grieta que nos acongoja...
¿Y
qué tiene eso que ver con los hombres?
Simbólicamente,
dijo con cierto amaneramiento, la mujer es un hueco y el hombre una
extensión que pretende rellenarlo, esa es su naturaleza.
Oye,
falócrata de salón de té, la mujer puede rellenar espacios
intelectuales tan bien como cualquier hombre, o mejor...
Mientras
los objetos a mi alrededor se iban afilando comprobé que el agujero
de las aceitunas seguía relleno de anchoa. ¿De dónde saldrá esta
gente?, con lo fácil que es hablar de toros, de fútbol, de
religión, de sexo, de política.
Publicado en El Comercio
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