martes, 23 de abril de 2013

AMISTAD Y PAPIROFLEXIA

Soy el mejor constructor de aviones de papel que conozco. Me llena de orgullo y satisfacción ser el rey en estos menesteres cuando hay reunión de niños alrededor y hago un avión tras otro esperando que llegue alguien con mejor técnica y aún más paciencia que yo —sepan que eso es difícil— para dar gusto a los chavales, mientras disfruto, eso sí, de la forma en que los lanzan, los miran volar y corren a buscarlos. Y cuando les veo echar el aliento a la punta del avión antes de lanzarlo me pregunto si es un gesto universal o algo que sus padres les han enseñado.
Este conocimiento aeronáutico se lo debo a un amigo olvidado. Lo curioso es que también le debo el descubrimiento de una forma de cortar relaciones que para mí fue novedad. Recuerdo el día –tendríamos 8 ó 9 años– en que puso ante mi cara los dedos índices de sus manos, unidos por las yemas y me exigió cortar. Corta, decía. Qué. Que pases la mano entre los dedos para cortar. Lo hice. Y el otro se fue corriendo. Luego me enteré de que ese tajo significaba el final de la amistad. Pero no fue así, seguimos teniendo buen trato, de hecho me enseñó a hacer esos magníficos aviones. Aunque tal vez eso fue antes del famoso corte.
¿Qué es un fantasma? preguntó Stephen. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres. Esta cita de Joyce
para hacer referencia a la amistad es tan usada que debería darme vergüenza; aunque las debilidades rectificables nos recuerdan fundamentos elegidos para seguir andando. Tal vez no haya sentimiento humano más precioso que la amistad, pero la forma en que cada uno interpreta este sentimiento da para demasiados renglones. Te borro del feis, le decía un amenazante adolescente a otro —actualizando aquello de los dedos— dispuesto a llegar a casa para hacer un par de clics ante el ordenador y dar a entender su disgusto.
La ruptura es un animal incontrolable y en evolución, Puedes matar al indeseado en la red social, cambiar de ritmos vitales o aceptar un trabajo en el extranjero. Siempre nos quedará la papiroflexia.

Publicado en El Comercio

No hay comentarios: